Cuando se nos levanta la carpa...

Hoy es mi siguiente examen violatorio, y como ya es costumbre, postearé para bajar la tensión.

Hace unos días fui testigo de un suceso bochornoso para el protagonista, entretenido para la concurrencia y realmente no sé qué sensación pudo haberle producido a la protagonista.

Encontrábase el Chepis en un meditabundo caminar por su facultad, cuando divisó a lo lejos a una pareja de enamorados apoyados contra una pared, repartiéndose los más cariñosos besos y apapachos. Enternesióse el Chepis. Pensó: "Qué lindo, el amor... qué lindo"

Mientras más los observaba el Chepis (sí, se me dió por hablar en 3era persona, como Ollanta) más encantado se encontraba con la capacidad de abstracción del mundo de aquella pareja. Por sus flacos pasaban compañeros, maestros, administrativos, seguridades, padres de familia, etc... mas no se inmutaban y permanecían impertérritos en su afán de mantener el contacto labial (o lingual) el uno con el otro.

Tras finalizar la épica batalla glótica, la respetable srta protagonista separóse de su enamorado, en el cual pude observar, y no sólo yo sino la ya antes mencionada concurrencia, una prominencia o promontorio en la porción pélvica del susodicho.

-"Un pliegue del pantalón", pensó el inocente Chepis.
-"La hueva!", pensó el ya no tan inocente Chepis. (Sí, puedo tener varias voces en la cabeza... y?)
-"Noooooooooooooooooooooooooo", pensó un tercer Chepis obviamente contagiado por Alfredo.

El pobre muchacho trató de permanecer en aquel lugar sin moverse para intentar pasar desapercibido, pero el lugar era demasiado público, y la fantástica erección pasaba a un primer plano desde donde sea que se lo mire.

-"Cómo se le ocurre a este won usar buzo?"-

Miré inmediatamente el rostro de su pareja, que inteligentemente, aparentaba no darse cuenta de nada. Él, decidió cambiar de sitio.
En un furtivo y astuto movimiento situó su mochila delante suyo, como quien carga algo muy pesado y procedió a desplazarse mediante el ya harto conocido "pasito del pingüino", hacia una banquita.

Y es que éstas cosas pasan pes... Me dió mucha risa, alguito de pena, y obvio, mucha risa nuevamente.